Curiosidades


  • LA NOCHE DE MAX ESTRELLA

Se trata de un recorrido cultural nocturno por algunas de las calles de Madrid en honor a los personajes de la obra de Valle-Inclán Luces de Bohemia. Este recorrido se comenzó a celebrar en el año 1997 (el 26 de marzo). Durante toda la noche se representan algunas obras de teatro (ambientadas en la obra de Valle) en las calles de la ciudad, se improvisan librerías en la calle y se tienen abiertas al público hasta la mañana siguiente, y se hacen discursos. Se ha celebrando el recorrido cada año desde 2002, generalmente a finales del mes de marzo.

El nombre del recorrido urbano se inspira en Max estrella, principal protagonista de la obra de teatro titulada Luces de Bohemia, que se desarrolla a lo largo de una noche en la que el periodista ciego y fracasado Max Estrella va de peregrinaje por diversos sitios ubicados en las calles de Madrid. En la actualidad los sitios identificacos en la obra son aquellos en los que se van haciendo paradas durante esa noche. Existen además lápidas comemorativas colocadas en las paredes de ciertos edificios emblemáticos del recorrido recordando los pasajes de la obra. Su celebración se reaiza un día antes del Día Mundial del Teatro.


El recorrido nocturno pasa secuencialmente por diversos sitios típicos de Madrid. Suele durar aproximadamente entre dos a tres horas. La mayoría de los pasos recuerdan, con mayor o menor fidelidad, la aventura de Max Estrella y Don Latino la noche de Luces de Bohemia. El recorrido se inicia en la Calle Mayor y va oscilando por callejas adyacentes hacia la puerta del Sol, suele acabar en el Círculo de Bellas Artes. Depende del programa, pero cada año se suelen incluir los siguientes pasos:
  • Casa Ciriaco - Lugar de congregación (calle Mayor).
  • Cueva de Zaratustra - Esquina de Pretil de los Consejos con la Calle Mayor. Suele celebrarse una breve sesión de teatro que ambienta el comienzo de la obra.
  • Casa donde se suicidó Fígaro (Calle de Santa Clara nº 3).
  • Morada del padre de Segismundo (Calle Mayor nº 61). Cerca de la casa de Calderón de la Barca.
  • Loa al Fénix de los Ingenios (Mayor 46-48), visita a la casa de Félix Lope de Vega Carpio.
  • Desde la XIV edición se incluyó la parada en la Plaza Mayor esquina de Calatrava.
  • Chocolatería de San Ginés o Botillería de la Buñolería Modernista en la obra de teatro.
  • Encuentro con Mateo en Gobernación. En las puertas de la Casa de Correos.
  • Taberna de Picalagartos - Ubicada en la esquina de Puerta del Sol con la calle de la Montera.
  • Duelo en el Café Colón - Lugar ubicado en la esquina donde estuviera el café de la Montaña, lugar donde Valle-Inclán perdió un brazo por un duelo con el periodista Manuel Bueno.
  • Espejos del Callejón del Gato - Callejón donde se congregan los paseantes (antes había espejos curvados que deformaban las imágenes de los transeuntes).
  • Corral del Príncipe - Lugar donde se encuentra el Teatro Español (en la Plaza de Santa Ana).
  • Ateneo de Madrid - Lugar donde residiría Valle-Inclán (calle Santa Catalina).
  • Estatua de Cervantes frente a las Cortes.
  • Círculo de Bellas Artes. Suele celebrarse el acto final (Sala de columnas).
















  • CAFETERÍA LUCES DE BOHEMIA

En la ciudad gallega de Vigo hay una cafetería con el nombre de Luces de Bohemia cuyo interior está lleno de espejos.















  • LOS ESPEJOS CÓNCAVOS Y CONVEXOS, EL ESPERPENTO Y EL CALLEJÓN DEL GATO

Ramón del Valle-Inclán debió de cruzar muchas veces por el Callejón del Gato, camino del Teatro Español y del Ateneo, o de la casa de Jacinto Benavente. En aquellas idas y venidas tuvo ocasión de observar las reacciones de los transeúntes viéndose reflejados grotescamente en los espejos cóncavos y convexos, que exhibía en la calleja algún comercio o taberna como reclamo.
El Callejón del Gato (Foto propia)
¿Qué ruta consagramos?, repetía Max Estrella a su amigo Don Latino de Hispalis. La ruta era el deambular postrero de casi 24 horas de Max, poeta ciego en la miseria, que arrastraba su mala salud por calles y tabernas de Madrid entre tumbos, quebrantos y derrotes hasta fenecer en el mismo portal de su casa. Luces de Bohemia de Valle-Inclán se publicó en 1924. La escena principal discurre en el Callejón del Gato, cuya denominación oficial es calle de Álvarez Gato, corta de unos cien metros y tres a lo sumo de ancho, que une las de Espoz y Mina y Núñez de Arce. Juan Álvarez Gato fue un poeta madrileño del siglo XV, cristiano converso, que llegó a mayordomo de la reina Isabel la Católica, uno de cuyos poemas más notorios decía así: “Hoy comienzan mis dolores. Hoy pierde placer mi vida. Hoy será la despedida y la más triste partida que se hizo por amores”.
Espejo cóncavo del Callejón del Gato (Foto propia)


En el Callejón del Gato estuvieron los espejos hasta hace unos 50 años, de cuya existencia ya daba cuenta por entonces Ramón Gómez de la Serna: "En el callejón del Gato hubo hasta hace poco, calzados en la pared y del tamaño del transeúnte de estatura regular, dos espejos, uno cóncavo y otro convexo que deformaban en don Quijote y Sancho a todo el que se miraba en ellos". La misma reacción causaron los espejos en el prestigioso lingüista y académico Alonso Zamora Vicente: “Todos los madrileños que ya no somos muy jóvenes hemos ido a mirarnos alguna vez a los espejos de la Calle del Gato, alboroto infantil permanente, atracción de paseos ciegos y sin rumbo por la ciudad”. Pero existían las pequeñas diferencias en torno a los espejos y a la tienda o establecimiento que los exhibía en la calle. Los pareceres parecen desdibujarse en el recuerdo de tres intelectuales amigos: Pedro Salinas, Guillermo de Torre y Alonso Zamora Vicente. Así recordaba el propio Alonso Zamora, en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, las diferencias perceptivas de los tres: “Sobre la condición de la tienda que utilizaba tal reclamo (los espejos), para Salinas y para mí era una ferretería y para Guillermo de Torre, una carbonería, y sobre el número de los espejos, dos en Salinas y Torre, más en mi memoria, sirven para demostrar que los espejos vivían en un trasfondo nostálgico, y que, al citarlos, nos encontrábamos con algo nuestro, cordial y olvidado a fuerza de sabido y familiar.” Ninguno menciona nada de taberna, tasca o casa de comidas, pese a que hoy día el lugar de los espejos se lo atribuya una taberna. Pero eso no importa; no debe importar nunca en estos casos. Cuenta verdaderamente la existencia de los espejos y que ante ellos Valle-Inclán inventara el esperpento. Tampoco hay que pasar por alto el dato de Gómez de la Serna, revelador del tamaño de los espejos genuinos. "Del tamaño del transeúnte de estatura regular", precisaba.

El Callejón del Gato o calle Álvarez Gato (Foto propia)
Los espejos se dividen en planos y esféricos, y entre estos están los convexos y cóncavos. Son los cóncavos los que generan las imágenes más dispares: menores, mayores, iguales, reales o invertidas, por lo que siempre han concitado mucho más la curiosidad de la gente, riéndose y mofándose unos de otros. Los cóncavos atrajeron la atención de Valle-Inclán, que le valieron para concebir el Esperpento con el que fustigó agriamente la vida social, política y cultural española de las dos primeras décadas del siglo XX. Lo esperpéntico era lo que reflejaban los espejos, cuyos asertos universales, tantas veces repetidos, son la clave de un nuevo género literario: "Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato. Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. España es una deformación grotesca de la civilización europea. Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas. Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España".

Callejón del Gato de Luces de Bohemia (Foto propia)
Aquellos espejos ya no están. Y aunque otros dos de menor tamaño los sustituyen, no impide que la visita a ese singular callejón madrileño sea obligada por la estrecha relación con uno de los escenarios literarios más sublimes de la bohemia madrileña. Se perdió el halo de antaño, pero queda la esperanza de engancharse a la huella de los que recrearon un Madrid entrañable, mísero y trágico a la vez. Al Callejón del Gato se puede llegar desde varios sitios, pero parece de rigor hacerlo desde la Puerta del Sol, pálpito más hondo de la ciudad y escenario de andanzas y desventuras de Valle Inclán. En un café tertuliano que hubo bajo el edificio que corona el Tío Pepe perdió su brazo izquierdo de un bastonazo que degeneró en una gangrena por negligencia médica. A él acudía casi todas las tardes Don Ramón, caminando desde su mísero cuartucho en Calvo Asensio, más allá de la calle Alberto Aguilera. En Sol lo esperaban impacientes algunos polemistas que sólo perseguían encolerizarlo llevándole la contraria.
Placas alusivas a Luces de Bohemia, a Valle-Inclán y a Álvarez Gato (Foto propia)
El camino más corto hacia el Callejón del Gato es por Espoz y Mina hasta la plazoleta que preside el magnífico trampantojo de Ángel Aragonés que ocupa la fachada ciega de una casa, otrora famoso teatro de comedias de la Cruz al que solía asistir de incógnito Felipe IV. Dos casas decimonónicas dan entrada al callejón de los espejos. La huella valleinclanesca figura para información de transeuntes en una lápida colocada por el Círculo de Bellas Artes, amén de uno de esos desacertados rombos amarillos municipales. A mano derecha se halla la taberna de La Tía Cebolla y enfrente, Piedra de Luna, una tienda de decoración. Le sigue la taberna Las Bravas, que muestra dos espejos, cóncavo y convexo, enmarcados en rojo, entre los cuatro cierres metálicos del local, pintados con un pulpo gigante. Todo un desacierto pudiéndose haber buscado un motivo valleinclanesco. En la otra acera, otro bar, el Anonimato, y a continuación de Las Bravas, la Taberna Pompeyana, de llamativa decoración interior. Unos pasos adelante pueden admirarse los artísticos decorados de Villa Rosa, bien conocidos por Valle-Inclán, situados al cabo de la calleja y frente a La Fragua de Vulcano, otra taberna que dobla por Núñez de Arce, la calle que desemboca en la Plaza de Santa Ana. Poco más hay que mencionar hoy del Callejón del Gato. Baste con ser conscientes de su significado en Madrid.